El proyecto del museo
Aquí, la historia tiene futuro
Famosa por su rico pasado antiguo, Nimes pone de relieve el excepcional estado de conservación de sus monumentos romanos. En 2006-2007, durante las excavaciones preventivas anteriores a las obras de la avenida Jaures, se encontraron una domus (casa romana) y dos mosaicos, conocidos como Aquiles y Penteo. Con un excelente estado de conservación, los especialistas han calificado estos hallazgos como las «piezas más bellas después de las de Pompeya». Este descubrimiento reforzó el deseo de Jean-Paul Fournier, alcalde de Nimes, de acometer el proyecto de un museo contemporáneo para presentar estas obras de gran originalidad, así como las conservadas en el Museo Arqueológico de Nimes, que data del siglo XIX, y se había quedado demasiado pequeño.
« Revelador del enraizamiento de la identidad de Nímes en su pasado romano, el Museo de la Romanidad es uno de los proyectos arquitectónicos y culturales más significativos de principios de este siglo para la Ciudad de Nimes, así como para toda la región. Guiados por la gran exigencia de valorizar y transmitir nuestra magnífica ciudad a las generaciones futuros, hemos hecho todo lo posible para que este museo sea un escaparate excepcional para nuestras impresionantes colecciones arqueológicas, restauradas con este motivo. »
Jean-Paul Fournier
Alcalde de Nimes
Crear un marco espléndido para las colecciones arqueológicas
Convocado en julio de 2011, el jurado del concurso seleccionó tres propuestas de entre las 103 candidaturas recibidas, antes de declarar ganador, un año más tarde, el proyecto de la agencia 2Portzamparc diseñado por Elizabeth de Portzamparc. Además del proyecto urbano y arquitectónico del museo, Elizabeth de Portzamparc también diseño la museografía, la arquitectura y elementos del mobiliario.
Un diálogo arquitectónico
El museo se encuentra a orillas del Ecusson, frente a las Arenas de Nimes, en el centro histórico de la ciudad. Atravesado por los restos de la muralla romana, se encuentra en la columna vertebral del sitio, que antaño separaba la ciudad medieval de la ciudad moderna. En ver de ser una simple confrontación, Elizabeth de Portzamparc instauró un verdadero diálogo entre los dos edificios separados por 2000 años de historia.
« La pretensión explícita del concurso era crear un museo que fuese una respuesta contemporánea a las Arenas romanas. He analizado minuciosamente las Arenas y me he interrogado por la propia noción de edificio contemporáneo y cómo exaltar los 21 siglos de historia de la arquitectura que separan estos dos edificios. Concebir una arquitectura ligera, hecha posible por la tecnología actual, me ha parecido una evidencia, así como expresar las diferencias entre estas dos arquitecturas a través de un diálogo basado en su complementariedad. Por un lado, un volumen redondo, rodeado por las verticales de los arcos romanos de piedra y bien anclado al suelo. Por otro, un gran volumen cuadrado, en levitación y completamente envuelto por una toga de vidrio plisado.»
Elizabeth de Portzamparc
Los dos edificios se oponen y se complementan armoniosamente gracias a sus formas, líneas y volúmenes: el óvalo y el rectángulo; lo vertical y lo horizontal; la densidad de la piedra y la ligereza del vidrio. Este diálogo se extiende al interior del museo, y tanto su fachada como su estructura interior de vidrio muestran el rico patrimonio de Nimes mediante la transparencia y el juego de perspectivas. Abierto a la ciudad y a sus habitantes, el museo ha sido concebido como un lugar «vivo» que es fácil de asimilar: una arquitectura que promueve las interconexiones espaciales y humanas, soporte de la animación local y de calidad de vida para quienes la frecuentan. Los ejes y enlaces creados entre las calles y plazas colindantes al sitio ofrecen una gran permeabilidad urbana y nuevos recorridos por la ciudad.
Un desafío tecnológico
Elizabeth de Portzamparc eligió «una arquitectura sobria, ligera y depurada, basada en el aligeramiento de los volúmenes y la economía de las formas», lo que da al edificio impresión de ligereza y levitación. Una “piel de vidrio serigrafiada” colocada manualmente sobre el revestimiento de acero inoxidable ondulado envuelve el museo por sus cuatro caras (2500 m² de superficie). Esta estructura, formada por 6708 baldosas de vidrio tipo mosaico, confiere al conjunto un efecto de pliegues muy etéreo que recuerda a las togas romanas.