Las Arenas de Nimes:
El anfiteatro es uno de los monumentos romanos mejor conservados del mundo. Esta elipse de 133 por 101 metros, con 21 metros de altura, fue construida a finales del siglo I d. C., justo después del Coliseo de Roma, para acoger espectáculos de combates de gladiadores y de animales. La fachada está dividida en 60 tramos en dos niveles. Es el único anfiteatro del mundo que ha conservado el ático (la parte superior).
Las Arenas de Nimes, un escenario de espectáculos
En aquella época, 24 000 espectadores de todas las clases sociales podían asistir en las Arenas a los combates de gladiadores. Y para que el público no se aglomerase, se había diseñado un ingenioso sistema de acceso a las gradas con pasillos, escaleras y vomitorios que permitían evacuar el anfiteatro muy deprisa.
Los combates de gladiadores
Aunque el origen de los combates de gladiadores en los anfiteatros se remonta al siglo IV a. C., este tipo de espectáculo se puso muy en boga al principio de nuestra era. El anfiteatro de Nimes podía acoger a un público muy numeroso, que ardía de deseos de animar a sus héroes. Estos eran recibidos con una fanfarria y los vivas del público, y ofrecían un combate singular según unas prácticas y unos rituales establecidos. Por otra parte, diversos testimonios revelan la presencia de una escuela de gladiadores en Nimes.
El anfiteatro a lo largo de los siglos
El buen estado de conservación se debe a su reutilización como fortaleza en la Edad Media. A partir del siglo XIV se convirtieron en unas viviendas fortificadas. A principios del siglo XIX recuperaron finalmente su función de edificio destinado al espectáculo.
Todavía hoy, ofrecen un marco idílico a muchos espectáculos: históricos, conciertos, corridas de toros o corridas camarguesas.